Un asiento improvisado frente a la espera que permite aprovechar unos minutos del acelerado ritmo de la ciudad para seguir avanzando a través de otro espacio, otra urbe.
Un panel expositivo en forma de malla metálica modulada que parece haber gritado siempre su presencia esperando ser liberada de su trágico destino y convertirse en voz de voces dejando atrás los límites que normalmente le acompañan.
O un escaparate surrealista, digno de la mirada de Jean Pierre Jeunet quien se preguntaría por qué todas esas desordenadas sillas blancas se dejan ver en un espacio, a priori, ordenado y llegaría a la conclusión de que han sido ellas las que con su ocupación intentan evitar el olvido de una tienda abandonada, desplegando malabarismos escénicos y atrapando así miradas como la mía.
Vicky TruLLO
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